María del Pilar Hurtado, la que tiene coronita…
Por Ingrid Storgen
En este conflictivo mundo hay alertas rojos imperativos y otros más debiluchos. Son los que se pueden omitir sobre todo cuando lo que toca preservar es el ORDEN y para mantenerlo hay muchas personas funcionales.
Hay también personas con “coronita” y otros considerados demonios terrestres, materiales, contaminantes, medio como si éstas fueran la vacuna contra el orden, cosa que resulta imperdonable. ¿Quién puede aceptar que una simple vacuna se aplique masivamente de manera que el mundo pudiera ser descontaminado, des-ordenado?
Mucho más cuando las primeras son precisamente los virus, que fueron lanzados previa domesticación para implementarlo –al orden- a rajatabla. No importa si para ello hace falta asesinar a civiles desarmados, perseguir a quien no fue domesticado y sobre todo escuchar mucho, fisgonear la intimidad que debería ser respetada, como por ejemplo, los teléfonos o las redes de este internet donde se mezclan los Santos y los que no lo son.
Hay, por otra parte, alertas rojos parlanchines como algunos ordenadores que sobrevivieron ataques de aviación que destruyeron hasta las esperanzas y hay alertas rojos que se pueden silenciar, porque sí, porque a algunos les da la gana.
Hace muy poco tiempo un extraño alerta rojo saltó sólo en un lugar: un avión en vuelo. Saltó como langosta y ¡vaya si hizo ruido! Y contó con la rodilla en tierra de más de uno, porque esa alerta sonó cuando un “virus” estaba llegando a un lugar también virósico pero bueno, hay momentos en que algunas cosas hacen falta, dicen…
Esto dicho a partir del alerta respetado ordenadamente, contra Joaquín Pérez Becerra, sobreviviente de una masacre que si bien no logró exterminarlo, sí lo hizo con miles de personas, obligando al compañero a buscar asilo en los brazos de otra patria, mucho más fría, climáticamente, que la suya, pero con muchísimo más calor humano por aquellos momentos.
Joaquín, hoy continúa privado de su libertad porque a un Santos le dio la gana y tuvo ayuda, es un tipo que tan poco se preocupa por el bienestar de su tierra que hasta impide que las vacunas lleguen, sobre todo a su pueblo. Es más negocio para él y para su caterva de simios domesticados que la sangre corra y que sus padres putativos sigan brindando apoyo monetario.
Ahora parece que saltó otra alerta roja, esta vez contra una mujer, funcional a los métodos Santos y cía… refugiada en Panamá pero no por pertenecer al grupo de “vacunas” sino todo lo contrario. Ella engrosaba las filas del DAS, ocupando el cargo de directora, obediente, sumisa, cobarde y su tarea, entre otras, era la de interceptar las conversaciones de políticos, magistrados, dirigentes sociales y periodistas.
Toda una joyita la señora, gracias a ella Colombia lloró muchos muertos, siguió luciendo en su geografía otro tono de rojo: el de la sangre de los luchadores y de todo aquel que mínimamente sintiera un poco de respeto por la vida.
Esta circular roja, ignorada por el presidente colombiano, entraría en la característica de alerta roja debilucha, la que se puede obviar, contrariamente a la que alertó contra Joaquín.
Alerta roja que Interpol también se niega a obedecer, por lo cual fácil es imaginar el grado de sometimiento con que esta mujer actuó durante sus años de funcionaria de un régimen brutal, genocida y genuflexo.
Por ello digo que hay gente que tiene “coronita”, que hay diferentes tipos de alertas rojo y que hay diferentes modos de llevar adelante la política de un país –o varios-
Mientras esas diferencias se van haciendo cada vez más notorias, algunos quedamos pensando qué cosa tan injusta es que en este mundo agitado algunas cabezas logren coronas de oro mientras otras se torturen con coronas de espinas.
Pese al alerta que salta contra la señora Hurtado, ella anda de compras por los grandes centros comerciales, continúa con sus negocios al punto de ser sospechada de vinculaciones con el sector portuario, más precisamente con la seguridad que rodea ese espacio. Y lógicamente por haber logrado el refugio en Panamá, allí quedará, tranquilita y sin sobresaltos, tal como gozan de la vida los coronados por el éxito y la complicidad de los inescrupulosos.
Otros en cambio, seguirán detenidos sólo por el hecho de no gozar de coronas, sin dudas porque han trabajado durante toda su vida contra esos virus nefastos que tiñeron de luto el suelo colombiano.
¿Quiénes son esos otros? Pufff, tantos, por ejemplo y los más recientes: Joaquín Pérez Becerra y Julián Conrado y hay más de 7500 en su misma condición, con y sin alertas previos.
Dicen que el periodista debe ser neutral pero hay que tener en cuenta que muchas veces la neutralidad exigiría guardar silencio frente al oprobio. En lo que a mí respecta, prefiero ser “destitulada” aunque nunca logre tener “coronita”…