Libia:
Cadáveres ilustres - La verdad siempre es revolucionaria
Por Toni Solo - Jorge Capelán
Martes 27 de septiembre de 2011
En estos precisos momentos, en Libia, el
falso gobierno reconocido por la ONU junto a sus amos de la OTAN, bombardea
para matar a cientos de civiles en Sirte, Bani Walid y Sabha. Han bombardeado
escuelas y hospitales. Han asesinado familias enteras. Esta infamia fue
autorizada por la ONU desde el comienzo y ha sido justificada por la flor y
nata de los intelectuales progresistas internacionales. Ya es tiempo de
identificar y condenar a estos cómplices de los crímenes contra la humanidad
cometidos en Libia por las élites occidentales y sus gobiernos títeres.
LA GUERRA COLONIAL CONTRA LIBIA ha
definido más agudamente que nunca las estructuras del conocimiento, de las
actitudes y del comportamiento que caracterizan la producción intelectual
progresista y radical en Europa y Norte América. La guerra ha provocado una
crisis en esa producción. Ahora, no podría ser más claro que la función de
clase de gerentes intelectuales como Gilberto
Achcar, Immanuel Wallerstein, Ignacio Ramonet e individuos similares es la
de neutralizar la protesta efectiva contra el capitalismo y el imperialismo.
El poeta
proto-fascista irlandés W.B.Yeats
escribió una vez, “¿Acaso aquel drama mío empujó / a ciertos hombres que
mataron los ingleses?”, gerentes intelectuales como Achcar, Ramonet,
Wallerstein, Samir Amin, Atilio Boron, Ramzy Baroud y Santiago Alba Rico
podrían preguntarse, ”¿Acaso nuestro trabajo hizo posible el salvaje genocidio
de la OTAN en Libia?” La respuesta es, por supuesto, “Claro que sí.” Además,
parece que esa gente piensa que todo está como debe ser.
En teoría
aseveran que abogan por cambios sociales radicales o revolucionarios. Pero donde
hay procesos que sí han logrado un cambio social genuino en el mundo real, como
en la Jamahiriya libia, los atacan o, como en Venezuela, buscan como moldearlos
de acuerdo con sus propios criterios narcisistas. Si uno revisa las expresiones
de disidencia privilegiada bajo el capitalismo de consumo corporativo, descubre
que todas esas son variedades del anarquismo.
Claro que lo son.
El anticomunismo anarquista es el niño malcriado que toleran y amamantan las
élites capitalistas. Molesta a veces, pero es una molestia útil y fácil de
integrar a la familia del laissez faire. El capitalismo se acomoda bien a lemas
fáciles como “Otro mundo es posible”. Podemos ver lo que esa gente tiene en
mente cuando miramos a Libia. Los intelectuales que apoyaron a los asesinos
renegados racistas de la OTAN y su golpe-insurreción por contrato son un buen
ejemplo de cómo funciona el proceso de cooptación y acomodación hoy en día.
SE ASIMILAN A LOS RITOS Y PROCESOS de
la vida pública en las plutocracias de Norte América y Europa. Se mueven entre
la vida académica, la actividad no-gubernamental y la participación en los
masivos medios corporativos de la guerra psicológica y sus contrapartes, los
guardabarreras alternativos de la disidencia permisible. La Guerra colonial
contra Libia ha resaltado esta realidad de la manera más categórica. Uno solo
tiene que mirar atrás a la producción de esos gerentes intelectuales de
prestigio allá por los días de la Resolución 1973 del 19 de marzo en la ONU.
Aquí tenemos a Immanuel Wallerstein (http://www.iwallerstein.com/libya-world-left/):
“El segundo
punto ignorado por el análisis de Hugo Chávez es que no va a haber ninguna
intervención militar significativa del mundo occidental en Libia. Las
declaraciones públicas son vacías, huecas, diseñadas para impresionar la
opinión local doméstica. No va a haber una resolución del Consejo de Seguridad
porque Rusia y China no van a cooperar. No va a haber una resolución de la OTAN
porque Alemania y otros no van a cooperar. Aun la posición militante de Sarkozy
contra Qaddafi encuentra resistencia en Francia.”
Aquí tenemos a Ignacio Ramonet (http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/000085641287216818681110):
“En semejantes
circunstancias, cualquier otro dirigente razonable hubiese entendido que la
hora de negociar y de abandonar el poder había llegado (9). No así el coronel
Gadafi. A riesgo de sumir a su país en una guerra civil, el "Guía",
en el poder desde hace 42 años, explicó que los manifestantes eran
"jóvenes a los que Al Qaeda había drogado echándoles píldoras alucinógenas
en el Nescafé". Y ordenó a las Fuerzas Armadas reprimir las protestas a
cañonazos y con fuerza extrema. El canal Al Jazeera mostró los aviones
militares ametrallando a los manifestantes civiles.”
y
“SE PUEDE ESTAR
EN CONTRA de la estructura actual de Naciones Unidas, o estimar que su
funcionamiento deja mucho que desear. O que las potencias occidentales dominan
esa organización. Son críticas aceptables. Pero, por ahora, la ONU constituye
la única fuente de derecho internacional. En ese sentido, y contrariamente a
las guerras de Kosovo o de Irak que nunca tuvieron el aval de la ONU, la
intervención actual en Libia es legal, según el derecho internacional;
legítima, según los principios de la solidaridad entre demócratas; y deseable,
para la fraternidad internacionalista que une a los pueblos en lucha por su
libertad.”
Aquí está Gilbert Achcar (http://www.zcommunications.org/libya-a-legitimate-and-necessary-debate-f...
):
“La idea de que
las potencias occidentales intervienen en Libia porque quieren derrocar un
régimen hostil a sus intereses es sencillamente irrisoria. Igual de irrisoria
es la idea de que lo que buscan es echar mano al petróleo libio. De hecho, toda
la gama de las empresas occidentales de gas y de petróleo está activa en Libia.
ENI de Italia, Wintershall de Alemania, BP de Gran Bretaña, Total y GDF Suez de
Francia, las empresas estadounidenses Conoco Phillips, Hess, y Occidental, la
Anglo-Holandesa Shell, Repsol de España, Suncor de Canadá, Statoil de Noruega,
etcétera- ¿Por qué entonces las potencias occidentales intervienen hoy en Libia
y no ayer en Rwanda y en el Congo ayer y hoy? Como uno de aquellos que
argumentó enérgicamente que la invasión de Iraq era “por el petróleo”, contra
aquellos que querían etiquetarnos a nosotros como “reduccionistas”, no se puede
esperar que vaya a argumentar que esta intervención no es por el petróleo.
Definitivamente, lo es. Pero ¿cómo?
MI
INTERPRETACIÓN DE ESO es la siguiente: Después de mirar por algunas semanas mientras
Gaddafi condujo su terriblemente brutal y sangrienta represión de la
insurrección que empezó a medianos de febrero – y los estimados del número de
muertos a inicios de marzo van desde 1000 a 10,000, esta última cifra de la
Corte Internacional Penal y con estimados de la oposición en Libia de entre
6000 y 8000 – los gobiernos occidentales, por cierto, como todo el mundo, se
convencieron de que con Gaddafi embarcado en una ofensiva contrarrevolucionaria
y a las puertas de la segunda ciudad más grande en Libia, Benghazi (con más de
600,000 habitantes) era inminente una matanza a escala masiva.”
EL MANEJO CONTRAFACTUAL DE LAS PERCEPCIONES
Uno podría citar
muchísimos más ejemplos de la deshonestidad intelectual, la ignorancia, la
estupidez, la arrogancia y el cinismo de estos escritores prestigiosos entre
otros como, por ejemplo, Santiago Alba Rico, Atilio Boron, Ramzy Baroud y Samir
Amin. Pero una masa adicional de documentación no añadiría nada al cuadro más
general de la colaboración narcisista de muchos intelectuales de prestigio con
la maquinaria dominante de guerra psicológica corporativa de los países de la
OTAN. Tampoco vale la pena entretenerse en el papel de los guardabarreras
favoritos de la disidencia permisible para la OTAN como Counterpunch, ZNet,
Rebelión, le Monde Diplomatique y otros sitios web alternativos similares.
Esos sitios
cumplieron con su papel de silenciar y censurar la discusión y la argumentación
eficaz en los días cruciales antes de la votación en el Consejo de Seguridad de
la ONU y alrededor del hecho decisivo de la invasión terrestre de Trípoli por
la OTAN en agosto. Un pequeño grupo de escritores, entre ellos John Pilger y
Tariq Ali, hablaron en contra de la guerra. Pero aun ellos se tragaron en su
totalidad la caricatura de la guerra psicológica de la OTAN de Muammar Al
Ghaddafi como un payaso-dictador y carnicero.
MIENTRAS LOS ERRORES INDIVIDUALES de
Achcar, Wallerstein y Ramonet varían, todos parten de la premisa central de la
ofensiva de guerra psicológica de la OTAN, o sea, que Libia fue una dictadura
que fue derrocada por una revolución popular exitosa. Como parte de su
sospechosamente inter-coherente manejo de las percepciones de los hechos en
Libia, todos estos colaboradores de la OTAN omiten los siguientes hechos:
- antes del 19
de marzo, la Jamahiriya libia había llamado a negociaciones y a una misión de
verificación de los hechos de parte de la ONU – ambas fueron rechazadas por los
renegados y por los poderes (occidentales) dominantes en la ONU;
- la única información
confiable confirmada de los hechos en Libia entre el 17 de febrero y el 19 de
marzo vino del gobierno libio y fue confirmada por el testimonio del Secretario
de Defensa estadounidense Robert Gates y Chief of Staff Admiral Michael Mullen,
y también por la inteligencia militar rusa antes de la Resolución 1973 del 19
de marzo;
- Nunca hubo
prueba confiable que las fuerzas de la Jamahiriya libia hayan bombardeado o
ametrallado manifestantes pacíficos en febrero o marzo de 2011;
- por otro lado,
estuvieron disponibles desde un inicio de los acontecimientos en Benghazi en
febrero, testimonios creíbles de pogromos racistas y linchamientos cometidos
por los renegados libios;
- la Unión
Africana insistió constantemente y desde el inicio del conflicto, en una paz
negociada, una iniciativa acogida por la Jamahiriya libia y rechazada por los
renegados y por la OTAN;
- la sanciones
impuestas contra Libia, en base a la flagrante mentira de su involucramiento en
el atentado terrorista de Lockerbie, afectaron muy negativamente el desarrollo
de Libia entre 1992 y 2003;
- hasta 2011, la
población de Libia disfrutó un nivel de vida sin paralelo relativo con el resto
del continente africano;
- la Jamahiriya
libia ahorró 200 mil millones de dólares que fueron administrados para el
beneficio del pueblo libio y los países empobrecidos de África;
- la Jamahiriya
libia promovió un sinnúmero de proyectos e iniciativas estratégicas de
desarrollo a favor de los demás países de África;
- antes de su
golpe-insurrección por contrato, los jefes renegados del CNT promovieron
políticas neoliberales pro-occidentales que fueron resistidas firmemente por
Muammar Al Ghaddafi; después de darse cuenta de la resistencia de Muammar Al
Ghaddafi a las reformas neoliberales más profundas en Libia, la OTAN planificó
y ejecutó un ejercicio de guerra en noviembre 2010 llamado "Southern
Mistral" en el que practicaron un asalto militar contra Libia.
ANÁLISIS CON PIES DE BARRO
Uno podría seguir
explorando más en detalle para rebatir todas las falsas aseveraciones e
hipócritas argumentos de los compañeros de viaje de la OTAN como Ramonet,
Achcar y Wallerstein. Pero basta de revisar las citas arriba para ver cómo sus
argumentos son infundados, sesgados, deshonestos, arrogantes y cínicos. Tienen
todas las características clásicas del manejo de percepciones de la OTAN desde
la revolución cubana hasta los golpes apoyados por la ONU/OTAN en Haití y Costa
Marfil.
Immanuel
Wallerstein falló de la manera más ridícula en prever el curso de los acontecimientos
en Libia. EL Consejo de Seguridad de la ONU sí pasó una Resolución. La OTAN sí
resolvió ir a la guerra. El Presidente Sarkozy fácilmente logró conseguir la
aprobación de su país para la participación de las fuerzas armadas de Francia
en la guerra colonial contra Libia.
Wallerstein
demostró una idiotez total en su valoración de los hechos en marzo 2011.
Podemos añadir el ilustre cadáver de su reputación al Barco de Tontos a la
deriva en Libia, lleno de los inocentes de la OTAN que se equivocaron categóricamente
sobre los acontecimientos en ese país. La prepotencia de Wallerstein lo llevó a
una equivocación sin remedio. Por contraste, la valoración de Fidel Castro y
del Presidente Hugo Chávez fue absolutamente acertada.
LAS FALSEDADES DE IGNACIO RAMONET
Ignacio Ramonet
falsifica totalmente la naturaleza de los acontecimientos en Benghazi en
febrero. No hay ninguna prueba confiable de que se disparó contra manifestantes
inocentes. En su momento, la versión del gobierno libio fue confirmada por el testimonio,
tanto del Secretario de Defensa estadounidense Robert Gates y el oficial de
mayor rango de las fuerzas armadas Almirante Mullen como también por la
inteligencia militar rusa, todo antes de la Resolución 1973 del 19 de marzo.
Ahora, los estimados más altos de los muertos provocados por la insurrección
armada entre febrero y marzo es de alrededor de 250.
Ramonet se
equivocó porque tomó como fuente confiable un medio notorio de la guerra
psicológica de la OTAN, el periódico británico The Guardian. La cobertura sobre
temas internacionales de The Guardian es igual de sesgada y cínica que la de El
País o Le Monde. Ramonet también dependió del medio Qatarí Al Jazeera, ahora
abrumadoramente poblado por personal que anteriormente trabajó para los medios
corporativos de Norte América y Europa.
No es tan raro
como parece el que un supuesto radical como Ignacio Ramonet ignorarse toda la
larga historia de las intervenciones imperialistas durante los últimos dos
siglos. Hubo un momento en que Ramonet estuvo muy orgulloso de haber promovido
el Foro Social Mundial – una organización muy cuestionada por sus niveles de
financiamiento corporativo.
CON RESPECTO A LIBIA, Ignacio Ramonet
sugiere como si fuese un hecho algo que definitivamente él no sabe, es decir, que
Muammar Al Ghaddafi ordenó el uso de la fuerza extrema contra manifestantes
pacíficos. Esta sugerencia es pura propaganda de la misma manera que lo es su
cita selectiva de los comentarios de Muammar Al Ghaddafi en el momento de los
hechos. Escribir como lo hizo Ramonet, que la Resolución 1973 fue legal,
legítima y deseable, lleva el cinismo narcisista a sus extremos límites.
El Secretario de
Defensa estadounidense Robert Gates ya había indicado correctamente que la
imposición de una zona de exclusión aérea necesitaba de una agresión militar.
Pero la Carta de la ONU específicamente excluye el uso ofensivo de la fuerza
militar. Solo permite el uso de la fuerza para la autodefensa. Libia no atacaba
a nadie. Esto explica la aseveración del Timador-en-Jefe, el Presidente Barack
Obama, de que los Estados Unidos no estuvieron en guerra contra Libia. Toda
noción de la legalidad de la ONU desapareció al momento en que los buques de
guerra y los aviones de sus miembros más poderosos lanzaron cientos de misiles
y miles de bombas contra un país que no había agredido a ningún otro miembro de
la ONU.
De todas maneras,
la Resolución 1973 llama desde el inicio a una solución pacífica y negociada.
Pero la propuesta del gobierno libio, de la Unión Africana y del bloque de países
del ALBA todo el tiempo fue rechazada por los renegados libios. Ellos la
rechazaron porque tenían el apoyo de los mismos gobiernos que cínicamente
aprobaron la Resolución 1973, sabiendo que ni ellos ni los renegados tenían la
más mínima intención de buscar la paz.
RAMONET ARGUMENTA QUE EL CHEQUE en
blanco de la ONU para una intervención fue legítimo en términos de la
solidaridad democrática. Aquí enfrentamos una contradicción fundamental de la
izquierda neocolonial internacional. Ignacio Ramonet, notorio crítico del
capitalismo corporativo, acepta tácitamente que Norte América y Europa, después
de todo, están compuestos por democracias mientras describe explícitamente a la
Jamahiriya libia como a una dictadura.
Pero es la
Jamahiriya libia la que cuidadosamente ahorró miles de millones de dólares que
seguidamente usó para el beneficio del pueblo libio y los demás pueblos de
África. En cambio, fueron las podridas plutocracias de Europa y Norte América
las que chuparon secos sus pueblos para así enriquecer a una pequeña élite de
banqueros delincuentes y especuladores y de esta manera proteger a sus
criminales sistemas financieros. La solidaridad democrática de que habla
Ramonet es una mera confección narcisista conjurada para justificar su
prejuicio ideológico contra la Jamahiriya libia.
Concluir, como lo
hace Ignacio Ramonet, que la resolución 1973 fue de alguna manera deseable, es
una evidente locura deshonesta. Los términos de la Resolución 1973 dejaron el
tema completamente abierto a la libre interpretación de los gobiernos
norteamericanos y europeos. Ningún observador serio y sincero esperaba menos
que la aplicación despiadada de la fuerza militar en apoyo a los artífices del
golpe-insurrección racista luchando desesperadamente para sobrevivir en Benghazi.
ESE GOLPE-INSURRECCIÓN NO TENÍA
suficiente apoyo popular para sobrevivir en el resto de Libia. Ramonet dejó a
un lado mucha información ya disponible que indicaba los mismos hechos que se
han confirmado una y otra vez desde el 19 de marzo. Los renegados no tienen
apoyo popular suficiente para controlar Libia sin el apoyo militar de la OTAN.
La reputación de Ramonet se junta como una cadáver ilustre más al Barco de
Tontos iluminados por las llamas del genocidio de la OTAN en Zliten, Trípoli,
Sirte y Bani Walid.
GILBERT ACHCAR – MAESTRO DE LA GUERRA
PSICOLÓGICA
El caso de
Gilbert Achcar es probablemente el caso de colaboración de un intelectual con
la OTAN más descarado y abierto en su guerra psicológica contra el pueblo
libio. Con respecto a Libia, Immanuel Wallerstein resultó ser tonto e Ignacio
Ramonet poco más que un bufón deshonesto. En cambio, la postura de Gilbert
Achcar está basada en una posición política bien calculada de la más absoluta
mala fe.
Achcar es
Profesor en Estudios del Desarrollo y Relaciones Internacionales en lo que para
efectos prácticos es un anexo del Ministerio de Relaciones Extranjeras y
Coloniales de Su Majestad de Inglaterra, la Escuela de Estudios Orientales y
Africanos en Londres. Achcar ha trabajado como profesor universitario en
Francia y Gran Bretaña por más de 30 años. Sería ingenuo pensar que no ha sido
cooptado por el ambiente académico europeo con sus estrechos lazos con los
gobiernos más poderosos de los países de la OTAN. Sus comentarios sobre Libia
no dejan duda de su capitulación moral e intelectual como un apologista del
colonialismo en ese país.
“La idea de que
los poderes occidentales intervienen en Libia porque quieren derrocar un
régimen hostil a sus intereses es sencillamente irrisoria.” Es raro para un
agente de la guerra psicológica de la OTAN, el exponerse tan abiertamente de
esta manera. De todos modos, es evidente que la opinión irrisoria es la de
Gilbert Achcar al sugerir que los poderes occidentales, al atacar a Libia, lo
harían por cualquier otro motivo que no fuese el que Libia era un problemático
obstáculo para sus planes en diversos frentes.
ACHCAR SIGUE DEFINIÉNDOSE claramente
como un apologista de la OTAN cuando sin la menor vergüenza cita como si fuera
un hecho categórico las cifras más extremas y ridículas de muertes civiles
supuestamente provocadas por las fuerzas de la Jamahiriya. Lo hace sin ninguna
base en reportajes legítimos o investigación responsable: “los estimados del
número de muertos a inicios de marzo van desde 1000 a 10,000, esta última cifra
de la Corte Internacional Penal y con estimados de la oposición en Libia de
entre 6000 y 8000”.
Solo un mentiroso
de la OTAN podría esperar que se le tome en serio al citar como una fuente
confiable la Corte Internacional Penal. De hecho, resulta que la mentira de la
CIP en este asunto ya ha sido completamente desmentida junto con la otra
mentira absurda de la violación masiva de mujeres por las fuerzas de la
Jamahiriya medicadas con Viagra. El cadáver ilustre de Luis Moreno Campo se une
a los de Wallerstein, Ramonet y Achcar y sus cómplices compañeros de viaje de
la OTAN en la Lancha-funeraria de Tontos que se consume en llamas en los
desiertos de Libia.
Los hechos
confirmados y aceptados por todos menos por colaboradores de la OTAN como
Gilbert Achcar son que las fuerzas de seguridad no dispararon contra
manifestantes pacíficos en Libia. Organizaciones respetadas de los derechos
humanos calculan que alrededor de 250 personas murieron en la insurrección
armada entre el 17 de febrero y el19 de marzo. Pues, era muy poco probable que
el gran coco proclamado por Achcar de “una matanza a escala masiva” fuese a
suceder, especialmente porque las autoridades libias estaban dispuestas a
negociar. Lo que es absolutamente claro es el papel de Achcar como alguien
totalmente comprometido con la OTAN en su guerra psicológica contra la
Jamahiriya libia y contra todos aquellos que expresaban su solidaridad con la
Jamahiriya libia.
INTELECTUALES Y LA CONTRAINTELIGENCIA
En las décadas de
los 1950s y los 1960s, la CIA y sus homólogos de inteligencia de los otros
países de la OTAN invirtieron una gran cantidad de dinero y recursos para
sobornar intelectuales en Europa y Norte América y en los demás del mundo
también. La historia de la revista Encounter y la carrera del poeta Stephen
Spender son interesantes en relación a este tema. Ejemplos abundan. Sería poco
realista pensar que las mismas prácticas no habrían persistido o que no habrían
llegado ser mucho más sofisticadas hoy en día.
Un ejemplo de la
manera en que funciona la red de contrainteligencia de las personas que
abiertamente colaboran con la OTAN en su guerra psicológica se ha descubierto
en relación a Libia. Uno de los guardabarreras de la disidencia permisible, el
sitio web español Rebelión, dio prominencia a un artículo de Santiago Alba
Rico. Como Gilbert Achcar, Alba Rico es un prestigioso académico. Es
especialista en el mundo árabe en las mejores tradiciones del Orientalismo.
Alba Rico demuestra que el concepto crítico del Orientalismo desarrollado por
Edward Said puede metamorfosearse a sí mismo para los propósitos de la
propaganda neocolonial.
En el curso de su
artículo Alba Rico escribe de la complejidad de la situación en Libia solo para
en seguida simplificarlo de una manera drástica a favor de su punto de vista.
“La OTAN misma es consciente de esta complejidad, como lo demuestra el hecho de
que -tal y como recuerda Gilbert Achcar- ha bombardeado muy poco Libia con el
propósito de alargar la guerra y tratar de gestionar una derrota del régimen
sin verdadera ruptura con él.” Uno imagina a Achcar y Alba Rico en lugares como
Zliten o Sirte aconsejando a los familiares de los asesinados por la OTAN que
no lloren, “¿no ven? Solo les bombardearon un poquito...”
SOLO LOS SINVERGÜENZAS MÁS DESALMADOS
dirían que Libia ha sido bombardeada “muy poco”. En el momento justo, Alba Rico
se afianza de esta grotesca, cínica, inhumana falsedad de Achcar para acarrear
agua al molino de su propia apología del asalto colonialista despiadado contra
la Jamahiriya libia. Pero, Es tiempo de dejar las mentiras e hipocresías de
estos colaboradores de la OTAN y examinar su comportamiento y su ética.
Una fuente muy
útil de información sobre lo que de verdad ha ocurrido en Libia ha sido la
bloguera Leonor Massanet. Alguien que hasta hace muy poco trabajaba en enlace
con Rebelión ha confirmado que Santiago Alba Rico en comunicaciones privadas
deliberadamente despreció a Leonor y cuestionó su integridad a escondidas para
asesinar su carácter. El evidente objetivo de Alba Rico fue de quitarle
credibilidad a Leonor Massanet porque su perspectiva creíble y plausible de los
acontecimientos en Libia contradecía el patentemente falso análisis de él.
Cuando uno
encuentra este tipo de casos de personas que de una manera encubierta hacen
no-personas a individuos por sus opiniones, se ha llegado al límite del
legítimo debate intelectual. Al otro lado de esa frontera uno se entra en el
abuso del poder para lograr objetivos de contrainteligencia con el fin de
neutralizar la disidencia legítima. En estos momentos el mundo entero es una
vasta mezcolanza de conflicto de baja intensidad y guerra abierta. Las élites
occidentales están firmemente decididas a dominar a los pueblos del mundo y a
controlar todos los recursos de esos pueblos. Las actividades de colaboradores
y compañeros de viaje de la OTAN como Gilbert Achcar y Santiago Alba Rico están
lejos de ser inocentes o de ser mera coincidencia.
Aquí enfrentamos
la realidad de la profunda hipocresía de los cooptados medios alternativos de
información. Todos, sea Counterpunch, ZCommunications , Le Monde Diplomatique o
Rebelión dicen ofrecer información confiable desde diferentes puntos de vista.
Y todos están infestados de hipócritas falsos y narcisistas que suprimen los
puntos de vista que no les gustan. Todos operan lo que Gilbert Achcar
describiría como censura “estalinista” y hacen no-personas de la gente sin
pensarlo dos veces. Relegan a las personas a los márgenes y cuando estas lo
reclaman les llaman “sectarios”. Leonor Massanet no es la primera víctima de
este tipo de comportamiento y no será la última de esta cultura gerencial
mentirosa y perniciosa manipulada con fines de contra-inteligencia.
LA GUERRA PSICOLÓGICA GLOBAL
La guerra
psicológica es un componente imprescindible de la guerra total. A lo largo de
los 1980s y los 1990s el sector no gubernamental de Europa y Norte América fue
sistemáticamente cooptado por los gobiernos de los países de la OTAN para
servir sus fines propagandísticos. En efecto, son la mano blanda hacia afuera
de los respectivos Ministerios de Asunto Exteriores de sus países.
Rutinariamente proyectan de una manera, no muy obvia de antemano, las políticas
exteriores de sus países. Esta realidad ha sido muy bien documentada. Y eso es
igualmente válido para las estructuras disponibles a los trabajadores de la
producción intelectual como lo es para el caso de las ONGs.
La cobertura de
los medios alternativos del golpe-insurrección por contrato contra la
Jamahiriya libia ha demostrado esta realidad con la más asombrosa claridad.
Junto con la Jamahiriya libia, otras víctimas perennes de su engaño e
hipocresía han sido el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua,
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y también los Partidos
Comunistas de diversos países en general. Seguramente otras personas ligadas a
otros temas y causas habrán tenido la misma experiencia.
Es un hecho que
las redes intelectuales y culturales neocoloniales tienden a dominar la
producción intelectual antiimperialista a nivel internacional. Sus miembros
tienen mucho interés en sostener la estructura de clase inherente a ese proceso
de producción, una estructura que censura eficazmente argumentos no deseados y
que sostiene parámetros custodiados estrictamente. La invasión colonial a Libia
ha demostrado con absoluta claridad que un antiimperialismo eficaz – por
ejemplo del FSLN en Nicaragua o el PSUV en Venezuela – está bajo amenaza desde
la derecha y desde la izquierda.