El joven guerrillero Manuel en momento de estudios. FOTO. DICK. E. |
“La razón de porqué lucho”
Diálogo con un Fiscal
Escrito por Prisionero de Guerra de las FARC-EP Lunes, 23 de Mayo de 2011
E |
l 15 octubre, a las 04:30 de la madrugada fui sacado de la celda N° XX, patio N° 3 del pabellón de máxima seguridad de la Penitenciaria Nacional de “Palo Gordo”. La razón asistir a una diligencia judicial en la ciudad de Bucaramanga Santander.
Fui esposado inmediatamente, no me permitieron ni cepillarme y fui conducido por el comandante de turno hasta la jaula de remisiones. Iban llegando los internos de distintos pabellones que al igual que yo serían llevados para adelantarles alguna diligencia judicial. Unos saludaban, otros simplemente se pegaban a la maya de la jaula, ya que es una ley del preso; cuando se está afuera de su territorio y en medio de desconocidos hay que cuidar la espalda. Al cabo de un rato comienzan las historias de las peleas en los distintos pabellones y las razones de los enfrentamientos, en su mayoría por los golpeados por la guardia quienes habían quedado de hospital, enfermería o el calabozo.
Un piquete de guardia se hace presente, desnudarse, nos cogen la ropa y le hacen una requisa minuciosa, cualquier objeto que se lleve en los bolsillos es decomisado y si reclamas garrote te sobra. Luego nos esposaron y nos encadenaron las esposas, te inmovilizan las manos. La cadena te da la vuelta por la cintura y se fijan con una caja de seguridad que llevas en medio de las esposas, impidiendo totalmente cualquier movimiento de las manos. Luego fuimos a un vehículo.
El carro comenzó a moverse y fuimos saliendo de esta inmensa montaña de concreto, de mayas, serpentinas y alambradas. De repente se abre un cielo inmensamente grande y de una belleza indescriptible, es que en los patios uno solo alcanza a observar un pedacito de cielo, como si fuera una pequeña carpa.
Yo me quedé mirando las profundidades infinitas tan llenas de transparencia y aromatizadas con perfumes de ópalos. En el cielo se miraban sirones de nubes blancas que eran adornadas con unas cuantas estrellas que brillaban con una luz muy pálida haciéndolas ver muy fugitivas ante el ímpetu de los primeros rayos del alba. Inhalé todo el aire que pude con toda la fuerza de mis pulmones y por un instante recordé todos aquellos paisajes, animales y panoramas que uno observa en las marchas guerrilleras.
La mañana se iba desarrollando como con unos suspiros místicos y la naturaleza se iba bañando de ese color llamativo y alegre como si fuera siendo pintada con acuarela. Los árboles se iban meciendo armoniosamente con el viento; parecía que le danzaban al cielo firme y oponente. La respiración fluía de mis pulmones como los manantiales fluyen de la tierra que luego se va deslizando en busca de los valles.
Mi deseo de contemplar cada detalle de los paisajes hacía que mis ojos volaran como estampidas de aves sorprendidas.
La brisa me golpeaba la cara, qué alegría, mientras tanto yo aspiraba de la brisa el aroma del cáliz de aquellos paisajes. Así iba haciendo quizá un poema, una canción, mientras deseaba poder robarle al paisaje, a los árboles toda su belleza.
Deseo inmensamente escuchar los besos y suspiros de cada brisa, y oler aquellos perfumes errantes de aquellos campos con sus árboles y flores.
Poco a poco nos fuimos adentrando en la ciudad de Bucaramanga, grandes edificios se iban imponiendo ante nosotros, avisos de toda clase anunciando sus productos. La gente se movía como hormigas. En cada rostro el reflejo de angustia, tristeza o felicidad.
Un mendigo iba arrastrando sus arrapos y en su rostro reflejaba la nostalgia de ser un habitante de aquellas calles, en donde hay de todo, pero él de todo carece.
Al llegar a nuestro destino, fuimos desencadenados y conducidos a una celda de escasos tres metros cuadrados. 15 personas en este reducido espacio, no hay donde sentarse, el piso lleno de humedad y de un olor inmensamente desagradable.
Un interno comienza a gritar esto es inhumano y el carcelero grita “¡cállese HP!, ¿o quieren gases lacrimógenos?”
Aquellos calabozos son el centro en donde llegan reclusos de todas partes, es decir de varios penales. Comienza la gritería y los negocios de armas, Drogas etc. Pronto aquel calabozo está inundado de humo de marihuana, un ñero que devora con gran ansiedad el bareto, me ofrece un pase. Lo miro y le digo: – gracias ya estoy en el viaje- mientras le señalo los espirales de humo que dan vuelta en aquel reducido espacio.
Al cabo de un par de horas fui sacado y conducido a la fiscalía. Una vez dentro del palacio fui llevado a una pequeña oficina. En ella una mesa con cuatro sillas, sobre la mesa un pequeño letrero “fiscalía de la unidad de derechos humanos número 99 de Bogotá”. A un lado una impresora y computador, al frente un Señor de unos 60 años bastante calvo, ante mi presencia se puso de pie diciendo:
– Soy el fiscal comisionado para adelantarle una diligencia por reclutamiento de menores y desaparición forzada en Argelia Antioquia.
– ¿Puedo saber su nombre? Pregunté.
– Si claro, Carlos Guillermo Ordóñez Garrido.
Como mi abogado no había llegado el tipo comienza a hacer preguntas de los farianos y le voy contestando con argumentos cada una. Entre ellas me dice:
– Si ustedes son tan fuertes y verracos ¿porque no están gobernando?
– La fuerza no es el gobierno y los procesos revolucionarios lo hacen son los pueblos cuando los factores objetivos y subjetivos han alcanzado la madures adecuada. Respondo.
– Pero es que las FARC ya perdió el norte ideológico, si fue que alguna vez lo tuvieron.
– Le respondo, mire Doctor, los españoles le decían a Bolívar y a su Ejército asaltadores de caminos y no sé cuántos calificativos más; y hoy es el libertador de cinco repúblicas.
– Ustedes han abrazado el terrorismo, miren las minas que siembran, esos tales cilindros que lanzan son armas no convencionales.
– Las ponen todos los ejércitos que las compran; sobre los cilindros que diferencia tan grande, el ejército lanza bombas de 50K, y hasta de una tonelada, mientras la nuestra difícil llegan a 60 libras. Sobre los convenios, ¿acaso la bomba de Nagasaki e Hiroshima que lanzó EE.UU. son convencionales? Ustedes en hombre de una tal democracia han matado a millones en todo el globo terráqueo, y siguen matando o acaso los que mueren de hambre, por falta de atención médica, agua potable etc. y etc. ¿no es responsabilidad del Estado?
El tipo me dice:
– La democracia los espera, desmovilicen la gente, den la pelea en las urnas, en el Senado y acabemos con esta guerra sin sentido.
– Mire Doctor, el día que la famosa democracia de la oligarquía sirva para algo al pueblo, ese día el imperialismo con todos sus lacayos declararán ilegal la democracia.
– Mire hombre a usted el ejército los está acabando.
– Doctor, es muy fácil desde una oficina recibir toda la carreta que los medios venden a los cuatro vientos. Los partes de guerra que nos llegan de los frentes hablan de soldados muertos, heridos, helicópteros derribados, averiados y fusiles recuperados. Y si usted no cree pues échese una pasadita por el hospital militar, luego al centro de psiquiatría para los militares, haber cuántos locos están por ahí producto de una guerra que están ganando según usted. Recuerde Doctor, que las noticias cada rato hablan de soldados que en estado de embriaguez matan, secuestran y se suicidan.
– ¿Qué hay que hacer para acabar con esta guerra? Pregunta el Fiscal.
– Le respondo, fácil Doctor, nos entregan el poder para nosotros edificar un nuevo sistema económico, político, y social, en donde el pueblo tomó sus dimensiones de acuerdo a su cultura, costumbre y tradiciones…
Bueno ahí les resumo el diálogo con el fiscal, de todas formas eso es lo que yo he tratado de hacer en cada estrado judicial, siempre defender la lucha de las FARC-EP y la razón de porqué los pueblos luchan y se alzan en armas.