miércoles 27 de abril de 2011
La BACRIM de los uribeños
Renán Vega CantorTomado de Rebelión
Aunque los voceros del establecimiento no hayan tenido esta intención, puede decirse que hablar de BACRIM es un gran avance, puesto que finalmente se reconoce que paramilitares y autodefensas, como se los denominó hasta no hace mucho tiempo, no han pasado de ser vulgares asesinos, sicarios y matones al servicio del Estado y de las clases dominantes de este país.
Renán Vega CantorTomado de Rebelión
Aunque los voceros del establecimiento no hayan tenido esta intención, puede decirse que hablar de BACRIM es un gran avance, puesto que finalmente se reconoce que paramilitares y autodefensas, como se los denominó hasta no hace mucho tiempo, no han pasado de ser vulgares asesinos, sicarios y matones al servicio del Estado y de las clases dominantes de este país.
Cuando a comienzos de enero de este año se conoció la noticia sobre el asesinato de dos estudiantes de la Universidad de los Andes en zona rural del Departamento de Córdoba, círculos gubernamentales declararon que ellos sabían quiénes eran los responsables de tal crimen. Los voceros del actual gobierno afirmaron que había sido una Banda Criminal (BACRIM) que opera en el norte del país y que respondía al nombre de los URABEÑOS.
Decir que este asesinato fue cometido por una BACRIM y no por un grupo paramilitar o de autodefensas pretende ser un manejo de lenguaje para señalar que las organizaciones paramilitares desaparecieron –como un supuesto resultado positivo de la gestión de la “inseguridad antidemocrática”- y que ahora lo que existen son grupos netamente criminales. Pero en el fondo, aunque los voceros del establecimiento no hayan tenido esta intención, puede decirse que hablar de BACRIM es un gran avance, puesto que finalmente se reconoce que paramilitares y autodefensas, como se los denominó hasta no hace mucho tiempo, no han pasado de ser vulgares asesinos, sicarios y matones al servicio del Estado y de las clases dominantes de este país.
Un elemento que ha pasado de agache reside en que el nombre de URABEÑOS es parcial y unilateral y encubre a la principal BACRIM que se ha creado en este país desde hace varias décadas y que responde al nombre de los URIBEÑOS. No debe pensarse que este es un simple juego de palabras o una sofistiquería semántica. No es que simplemente la diferencia entre URABEÑOS y URIBEÑOS sea de una letra, la i. La cuestión es más de fondo, porque el término de los URABEÑOS está relacionado con URABA, una zona geográfica de Colombia, mientras que los URIBEÑOS están emparentados con un apellido, URIBE, un apellido que le da el nombre a la más tenebrosa BRAQUIN que se ha construido en Colombia en toda su historia y que, entre otras cosas, también ha actuado, dejando un reguero de muerte y desolación en el Uraba. Tan poderosa es esa BACRIM, que ha devenido en el mismo Estado, porque éste se ha convertido en eso en una simple banda criminal, como se demuestra todos los días con los múltiples asesinatos, “falsos positivos” robos, violaciones, despilfarros que comete ese Estado contra la mayoría de los habitantes de este país, y en especial contra los más pobres y desvalidos.
La BACRIM de los URIBEÑOS fue formada desde el Estado y por el Estado hace varias décadas y desde entonces se expandió por las más diversas actividades económicas, políticas, sociales, culturales y militares. Los URIBEÑOS es el nombre del clan mafioso, clientelista y corrupto que carcome a Colombia y que tiene como centro corporativo a una “ejemplar” familia paisa –¡qué modelo de familia, por lo demás!- en la que todos sus miembros se han destacado, aparte de ser senadores, gobernadores, alcaldes, empresarios y “gente de bien”, por participar y financiar las más diversas actividades delincuenciales, como bien lo puso de presente el capo de capos durante su paseíto presidencial de 8 años por la casa de Narquiño. Entre esas acciones de baja estofa sólo basta recordar algunos hechos de un interminable prontuario criminal: crear grupos de matones y de sicarios, expulsar de sus tierras a los campesinos, cobrar ayudas y subsidios a empresas multinacionales para asesinar a los incómodos sindicalistas, operar como testaferros de Pablo Escobar, facilitarle el uso de aviones al Cartel de Medellín para transportar cocaína …
El poder de los URIBEÑOS alcanza tal dimensión que son dueños de tierras, de ganados, de centros comerciales, de zonas francas, de empresas exportadoras, están aliados y reciben apoyo de empresas multinacionales (como la Drumond y la Chiquita Brands) y, lo más importante, como en la camorra napolitana la lógica criminal de que hacen gala los URIBEÑOS se ha convertido en el comportamiento cotidiano de las clases dominantes de este país, incluyendo a los “prósperos empresarios” de todos los sectores económicos en el campo y en la ciudad. Los URIBEÑOS se han convertido en vulgares cascareros que le cobran vacunas a los tenderos y pequeños comerciantes de pueblos y ciudades e incluso se han apropiado del manejo de las basuras, para que estas no sean manipuladas por los recicladores pobres, sino que sea administrada por economistas y empresarios –los hijos precoces del gran padrino- que han comprado sus títulos en prestigiosas universidades de Bogotá.
Los URIBEÑOS tienen sus propios partidos políticos, controlan el parlamento y las más importantes entidades del Estado. Los URIBEÑOS cuentan con sus propios grupos de matones, entre los que sobresalen aquéllos que están ligados al Estado, como la policía, el ejército, o el DAS. Los URIBEÑOS dominan en regiones enteras del país, donde han impuesto su poder a punta de sangre, fuego y motosierra. La BACRIM de los URIBEÑOS tiene a su servicio una aceitada maquinaria de propaganda y difusión, que incluye desde periódicos y canales de televisión hasta sus ideólogos y propagandistas, algunos de los cuales se denominan a sí mismos como violentologos y presumen de ser expertos, académicos e investigadores.
La BACRIM de los URIBEÑOS sigue dominando hoy en este país, aunque se haya dado un cambio de fachada, con el que se supone alegre y falazmente que su poder se extinguió el 7 de agosto de 2010 a las dos de la tarde y que a las tres, cuando se había posesionado el nuevo vocero de la BACRIM, perteneciente a la oligarquía bogotana, sus andanzas eran cosas del pasado y colorín colorado la historia de los URIBEÑOS se habría acabado.
No debe olvidarse que los paramilitares son unos SANTOS, con lo que se pone de presente que los mismos que ayer compartieron, y siguen compartiendo, de todo con los URIBEÑOS (ministerios, gobernaciones, parlamento, dirección de empresas estatales y privadas, control de medios de comunicación y propaganda, conducción de tropas…) son los mismos, con nombres y apellidos, que ahora pretenden que ya no hay URIBEÑOS, cuando el Estado colombiano sigue siendo, porque es una cuestión de clase y de proyecto, una BACRIM, que actúa con la misma lógica criminal de los URIBEÑOS. Los mismos que ayer no más eran URIBEÑOS recalcitrantes y que como tal fungieron como Ministros de Defensa y HP (Honorables Parlamentarios, para que no se nos malinterprete), hoy pretenden convencernos que ya no son URIBEÑOS, cuando nunca lo han dejado de ser y, como todo URIBEÑO que se respete, llevan una motosierra en el corazón, aunque más exacto sería decir que en lugar de corazón tienen una motosierra.
(*) Renán Vega Cantor es historiador. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, Colombia